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Antiguo
Presidio y Cárcel de Reincidentes
(Base Naval Almirante Berisso)
Las historias
de Ushuaia y el presidio se encuentran estrechamente ligadas. Ambas
surgen como respuesta a la necesidad de concretar el poblamiento de
estas tierras australes a fin de afianzar la soberanía, siguiendo
la idea de la "colonización penal".
En 1884 podríamos decir que comenzó la historia
penal a través de la División Expedicionaria al Atlántico
Sur, al mando del Coronel Augusto Laserre, quien vino con la intención
de inaugurar las subprefecturas de San juan del Salvamento y Ushuaia
y de instalar un faro en ambos lugares, trabajos estos que fueron
realizados con la colaboración de 10 penados.
En 1896 se dispuso el cierre del Presidio Militar de Santa
Cruz y los condenados por delitos mayores fueron condenados a la Isla
de los Estados. En 1899 esta prisión militar fue trasladada
de San Juan del Salvamento a Puerto Cook y finalmente en 1902 a Ushuaia,
en bahía Golondrina más precisamente.
En 1896, Como una historia paralela comenzó la historia
de la Cárcel de Reincidentes con el arribo de los primeros
14 penados. El mismo año en que se mudó la Prisión
Militar de la Isla de los Estados a Bahía Golondrina, mientras
tanto, se colocaba la piedra fundamental del nuevo edificio de la
cárcel, bajo proyecto y dirección técnica del
Ingeniero Catello Muratgia, quien había sido nombrado Director
del penal en el año 1900. En 1911 el Poder Ejecutivo nacional
dispuso que el Presidio Militar se fusionara con la Cárcel
de Reincidentes de Ushuaia.
Hasta su cierre en 1947, esta cárcel constituyó
el eje socioeconómico de la vida de la provincia. El penal
proveía no sólo de mano de obra, sino de servicios que
brindaba desde sus talleres de fotografía, imprenta, sastrería,
zapatería, farmacia y servicios médicos y contra incendios.
El pueblo también se beneficiaba con la instalación
de energía eléctrica y teléfono provista desde
la cárcel y hasta el primer periódico y el primer cine
se deben a ella. Por sus celdas pasaron penados de gran peligrosidad.
El eje del proyecto del edificio está ubicado en un
patio central cuyo techo es a varias aguas, con una pasarela superior
diseñada de esta forma para que desde allí se ejerciera
una óptima vigilancia de las crujías o pabellones de
detención, donde se encontraban las celdas de los presos. Este
recinto central servía además para las actividades comunes.
Los pabellones son cinco y están distribuidos en forma radial
alrededor del mismo. En dichos pabellones existen dos niveles de techos
a una y dos aguas; en la parte más alta, el nivel superior
cuenta con ventanas que contribuyen a iluminar la circulación
central de cada uno de ellos. Coincidiendo uno de ellos con el eje
principal del patio y de la construcción en general, cada pabellón
cuenta con dos niveles y dos circulaciones verticales. En el extremo
opuesto al patio central están ubicados, también en
dos plantas, los sanitarios correspondientes a cada pabellón.
Dichos sanitarios, a su vez, están rematados en pequeños
ábsides (parte redondeada) semicirculares. Al costado izquierdo
del pabellón central (con respecto a los cuatro laterales),
existe un edificio exagonal con techos a varias aguas, donde se ubican
los talleres de servicios. |